Antropología Digital: de la Cibercultura a la Transformación Digital (2)
Segunda parte del artículo Antropología Digital: de la cibercultura a la transformación digital (1)
Lo humano y lo digital
Daniel Miller es un antropólogo que tienen larga trayectoria en torno al estudio del consumo y la cultura material, temas en los que es una referencia obligada, y ha sido uno de los primeros académicos en establecer un programa de antropología digital a nivel posgrado en la University College London (UCL). Se podría considerar que Digital Anthropology (2012) es un trabajo fundacional en la materia que recopila aportaciones y estudios de caso de su equipo de trabajo y de sus estudiantes en la UCL
Miller & Horst en la introducción al libro Digital Anthropology, proponen un marco teórico/metodológico que parte de una premisa básica: lo digital puede y debe ser un medio altamente efectivo que refleje lo que significa ser humano, el objeto último de la antropología como disciplina.
Lo relevante de dicha introducción es que representa el primer intento de sistematización e integración de principios que integren el estudio de la antropología digital como algo más allá de las obviedades y superficialidades que a priori la reducen a la interacción con la tecnología o los medios digitales, por lo tanto, los autores proponen seis principios que, desde su perspectiva constituyen los problemas y preguntas claves de la antropología digital como una subdisciplina:
[1]
El primer principio se refiere a que lo digital en sí mismo intensifica la naturaleza dialéctica de la cultura. El término digital hace referencia a todo lo que es reducible a un código binario pero que repercute en la proliferación de particularidades y diferencias. Por lo tanto, hay un fenómeno dialéctico que crece las diferencias entre lo universal y lo particular y las conexiones intrínsecas de sus efectos negativos y positivos.
[2]
El segundo principio hace referencia a que la humanidad no es meramente un trámite mediado por el surgimiento de lo digital. En este sentido, la antropología solo podrá progresar en la medida en que lo digital nos permita entender y exponer la naturaleza del mundo análogo o predigital que nos prevenga de una malinterpretación del romanticismo o de la mayor autenticidad de lo predigital.
[3]
El compromiso con una perspectiva holista, es decir haciendo énfasis en lo humano.
[4]
La reafirmación del relativismo cultural y nuestra naturaleza global sobre nuestro encuentro con lo digital, negando la asunción de que lo digital implica necesariamente una homogeneización de la cultura, y dando voz y visibilidad a quienes han sido marginalizados por tales discursos.
[5]
Las contradicciones entre la apertura y el hermetismo que surge con lo digital, lo digital puede ser un arma para exponer grupos vulnerables o crear visiones tecno-utópicas de grupos radicales.
[6]
La materialidad de los mundos digitales, es decir, el mundo digital no debe considerarse ni más ni menos material que los mundos que le preceden.
En estos seis principios Miller & Horst han llevado a cabo un primer y hasta ahora tal vez el modelo más completo de los retos y las obligaciones académicas, metodológicas y morales de una de las pocas disciplinas que puede dar cuenta de cómo la cultura digital se convierte en la cultura normativa y qué nos dice esto sobre los seres humanos.
Análisis de Redes Sociales (ARS)
A una década del surgimiento de las Redes Sociales de Segundo Orden (RSSO) (Reynoso, 2011) lo que se denomina de forma amorfa y generalmente sin mucha claridad como “antropología digital” ha caminado dando bandazos para encontrar su lugar e identidad en un entorno donde el desarrollo exponencial de la tecnología digital dicta la agenda para prácticamente todos los aspectos de la vida productiva y cotidiana del mundo moderno.
El surgimiento del concepto de red social en medios digitales se dio en una burbuja de creciente novedad y oportunidad que brindaban las nuevas tecnologías de la información y el “ciberespacio”, sobre todo en la primera década del nuevo siglo, para el desarrollo de plataformas digitales con funciones de conectividad social, es en este contexto que prácticamente de la noche a la mañana las redes sociales digitales se instalaron en la vida cotidiana de las personas y eventualmente jugarían un papel cada vez más relevante.
En antropología, hay una gran tradición en torno al estudio de las redes sociales, de hecho, se considera que es de donde nació el término y han sido los antropólogos quienes han aportado las mayores y mejores referencias tanto etnográficas como teóricas en torno al tema.
El concepto de red social tuvo su edad de oro con la llamada Escuela de Manchester que desarrolló los principios de la antropología urbana e incorporaron teorías del cambio en estudios de caso.
Generalmente se considera una “red social” a quienes se encuentran conectados por ciertas relaciones sociales particulares, como el parentesco, amistad, trabajo, pasatiempos etc., y/o en donde intercambian algún tipo de información.
Robert Kozinets (a quien ya comentamos en la primera parte del artículo) se refiera al ARS como un método analítico que se enfoca en las estructuras y en los patrones de relaciones entre los actores sociales dentro de una red social.
El ARS es una disciplina que tiene su origen en diferentes fuentes, la sociología y el uso de sociometrías, la teoría de grafos y el funcionalismo-estructuralismo de la Escuela de Manchester ya comentada, lo que se analiza en ARS son las redes compuestas de un grupo de actores (nodes) conectados por una serie de ejes (ties).
Los actores o nodos pueden representar personas, equipos, grupos, ideas u otro tipo de conceptos mientras que los ejes o relaciones representan los enlaces entre diferentes actores, las relaciones pueden variar por ejemplo desde la información que se comparte, transacciones económicas, afiliaciones a ciertos grupos, relaciones organizacionales de empresas, intercambio de ideas o valores en torno a un tema, etc.
Kozinets considera que el ARS es una metodología que armoniza de forma adecuada con los objetivos de la netnografía, pero por sí solo un estudio de ARS no es una netnografía, ésta se debe complementar con otras metodologías y otro tipo de información, sobre todo considerando que el ARS tiene una naturaleza estructural y cuantitativa.
El desarrollo de diferentes programas y softwares que permiten visualizar las relaciones entre los actores ha permitido que esta metodología tome mayor visibilidad, por lo que es una herramienta muy valiosa cuando se trata de analizar la forma en la que una comunidad, online principalmente, se encuentra interconectada ya sea por elementos textuales, visuales o audiovisuales, y tales relaciones suelen contener información valiosa en torno a los valores, el tipo de apoyo y la emocionalidad, por mencionar algunos factores cualitativos, que impera en dichas comunidades.
La ventaja de utilizar programas que permiten visualizaciones es que les dan visibilidad a grandes comunidades que de otra forma no tendríamos manera de saber sus límites o fronteras. Antes de usar este tipo de herramientas o recurrir al SNA, el investigador debe tener claro qué busca y en qué tipo de comunidad lo puede aplicar, generalmente cuando se quiere conocer la estructura de una comunidad el ARS es adecuado, pero no cuando se trata de entender la experiencia de sus miembros en la comunidad o los sistemas de significado imperantes.
Transformación digital
La historia cuenta que un Rey hindú perdió a su hijo en una batalla, un buen día un brahman se presentó y le dio a conocer el juego del ajedrez, el Rey comprendió el significado de la muerte de su hijo mediante el juego y le ofreció una recompensa. El brahamn pidió al Rey lo siguiente: 1 grano de trigo por la primera casilla del tablero, 2 granos por la segunda, 4 por la tercera, 8 por la cuarta y así sucesivamente doblando la cantidad en cada casilla. Al final la suma mantiene un crecimiento exponencial hasta llegar a 2×10 con exponente 19, una cantidad de granos equivalente a la biomasa del planeta tierra e imposible de pagar.
Lo que el brahamn no podía visualizar o contabilizar en primera instancia era la naturaleza exponencial del problema que le planteaba el tablero de ajedrez, y es justamente este tipo de crecimiento exponencial lo que se encuentra en el epicentro de lo que se conoce como “transformación digital”.
La ley de Moore es actualmente el arquetipo de lo que representa y significa la transformación digital, la cual predice el continuo crecimiento exponencial del poder de procesamiento de las computadoras, elaborada por el cofundador de Intel, Gordon Moore, en 1965, predice una duplicación en el rendimiento de los chips de computadora aproximadamente cada dieciocho meses a medida que los transistores se vuelven más rápidos y pequeños.
Si bien la ley de Moore ha sufrido algunas adaptaciones desde su formulación original, en términos generales se acepta y se da por hecho el crecimiento exponencial de las tecnologías de la información en la actualidad.
La transformación digital de hecho empezó en la década de 1950, en el marco de lo que se ha llamado “la revolución digital” y la incorporación del álgebra booleana que ya comentamos en la primera parte. Las primeras industrias que vieron este tipo de transformación fueron, por ejemplo, los relojes digitales y eventualmente una de las más famosas, la industria musical que pasó comercialmente al formato de disco compacto.
Actualmente, y siguiendo la ley de Moore, la transformación digital es impulsada por los desarrollos en áreas como inteligencia artificial (IA), Big Data, Machine Learning y robótica, todo ellos impulsando la curva exponencial cada vez más al mismo tiempo que se abre una brecha entre por un lado la tecnología y por otro lado la sociedad y la cultura.
La brecha que se dispara entre el crecimiento exponencial de la tecnología y la incapacidad de la sociedad y la cultura para seguir este crecimiento es de naturaleza disruptiva, dicha disrupción tiene su rostro más visible en las empresas o industrias que no se saben adaptar o en las industrias que surgen como nuevos modelos de negocio, tal es el caso de desarrolladoras de software y aplicaciones que dan un nuevo valor y experiencia a los consumidores, Uber es el ejemplo clásico de este nuevo modelo de negocio.
Sin embargo, lo anterior, aunque es materia de reflexión antropológica, los antropólogos nos debemos preguntar principalmente cómo se vive dicha disrupción en la sociedad y en la cultura, en este sentido es pertinente retomar los principios del planteamiento de Miller & Horst.
En términos cualitativos, por ejemplo, la disrupción entre tecnología y cultura implica una nueva percepción del tiempo, nuestra experiencia del tiempo ha cambiado en función de la rapidez tanto en la producción, distribución y consumo de bienes y servicios pero sobre todo de información en forma de imágenes, audio y texto que circula por el ciberespacio, o como dicen Miller & Horst la clave de la antropología digital es el estudio de cómo todo se vuelve rápidamente mundano.