Antropología en el Siglo XXI: ¿Trabajo en solitario o jerarquizado?
En su libro “El antropólogo y el mundo global”, Marc Augé, plantea que la Antropología tiene que seguir siendo el trabajo de un investigador o investigadora en solitario que observa, desde el terreno, a un pequeño grupo social en tiempo y espacio. Ahora bien, ¿Podemos seguir sosteniendo la individualidad del trabajo antropológico en un mundo complejo y competitivo como el del Siglo XXI?
Durante nuestro cursado en el grado nos hemos encontrado con numerosos textos científicos que evidencian la individualidad y soledad del trabajo antropológico. Con suerte, podemos imaginar a un antropólogo o antropóloga trabajando interdisciplinariamente con otros profesionales. No obstante, en otro artículo de este blog (“Apuntes para una Corporación Antropológica: ideas desde Argentina”) hemos propuesto avanzar en una construcción corporativa de nuestra disciplina, por lo que de llevar a la acción tales ideas, la jerarquización y diversificación se tornaría inevitable. Imaginemos qué sería, actualmente, de la labor de un médico si, él solo, tuviera que atender las consultas, realizar radiografías, intervenir quirúrgicamente y supervisar la rehabilitación de un paciente. Imposible.
Los antropólogos y las antropólogas tenemos en claro que toda sociedad, al expandirse, se abre ante un abanico de jerarquías que, aunque pueden conllevar ciertos tipos de desigualdades, permiten abarcar espacios y funciones mayores, como también, dinamizar sus procesos. De este modo, la Antropología podría apuntar a conformar empresas propias vinculadas, por citar algunos sectores, al diseño estratégico y experiencia de usuarios o, incluso, establecer directorios en los distintos sectores de la gestión estatal. Un ejemplo de este último aspecto es la Dirección General de Antropología Urbana de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Este puesto forma parte del Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte y depende, a su vez, de la Subsecretaria de Proyectos Urbanos. En efecto, tenemos un ámbito en el que el trabajo antropológico se jerarquiza ya que diversos equipos responden a la Dirección General.
Si realizamos una arqueología de nuestro saber podemos encontrarnos con casos como los de Claude Lévi-Strauss que, si bien realizó trabajos de campo en Brasil desde 1935 hasta el año 1939, otorgó rigurosidad científica a nuestra disciplina a partir del diálogo con investigaciones y notas de campo llevadas a cabo por otros etnólogos. Incluso, hoy en día, algunas revistas científicas presentan secciones, exclusivamente, para compartir etnografías propias con otros colegas. Por consiguiente, desde una lógica jerárquica, los antropólogos y las antropólogas podríamos dar nacimiento a empresas que contraten a otros colegas para así dinamizar y aumentar los espacios y la aplicación de nuestras herramientas de trabajo (investigación cualitativa, segmentación, planificación, etc.). Por otro lado, en lo que refiere a la gestión pública es indispensable una actitud corporativa que nos permita negociar políticamente la creación de nuevos directorios y subsecretarias orientados a conformar equipos de trabajo para la elaboración de políticas públicas.
En relación con lo anterior, es necesario que comencemos a tener en cuenta y repensar la cuestión de la temporalidad de las investigaciones ya que durante la cursada de la Licenciatura tendemos a cosechar un imaginario, con raíces en la Antropología Clásica, en el que la duración tiene que ser, religiosamente, de 3 a 5 años. Quizás esto es totalmente viable en lo que concierne a la rigurosidad de organismos, como puede ser en Argentina, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Sin embargo, no podemos pretender que empresas y/o gestiones estatales se atengan a los mismos tiempos de la investigación académica, por lo tanto no nos queda más remedio que re-adaptarnos a esos espacios ya que las políticas públicas, las planificaciones estratégicas e innovaciones se llevan a cabo con o sin antropólogos. Por esta razón la jerarquización nos permitiría hacerle frente a las nuevas temporalidades de aplicación y resultados.
En síntesis, debemos animarnos a pensar en grande y a creer que tanto los antropólogos como las antropólogas poseemos todas las cualidades para liderar equipos de trabajos, empresas y secretarias públicas.