Apuntes para una Corporación Antropológica: algunas ideas desde Argentina

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Los debates y discusiones acerca de los posibles vínculos que podemos generar antropólogos y antropólogas por fuera del ámbito académico no se reducen a un sólo país. El caso de la Licenciatura en Antropología de la Universidad Nacional de Rosario en Argentina resulta interesante al momento de tener que poner sobre la mesa algunos de los dilemas que nos constituyen como profesionales o futuros licenciados. Consideramos necesario aclarar que en las diversas licenciaturas existentes en Argentina la duración es de 5 años, es decir que son equivalentes a los Másters europeos.
En la ciudad de Rosario nuestra disciplina se articula alrededor de dos grandes ejes: por un lado, cuatro metodologías de investigación y, por otro lado, cuatro corrientes antropológicas clásicas y una asignatura dedicada a las problemáticas contemporáneas. Es a partir de la tercer metodología que podemos optar por tres orientaciones:

a) socio-cultural;
b) etnolingüística;
c) arqueología.

Sin embargo, entre sus grandes falencias encontramos que no existen asignaturas enfocadas en la gestión pública, como tampoco antropología aplicada. De este modo, la carrera se agota prácticamente en el intento de ingresar al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) cuya gran desventaja radica en que tenemos períodos de gobierno de alta inversión en lo que hace al financiamiento de investigaciones y becas (2003-2015), como también cambios de época y gobierno (2015-2017) en los que se desfinancia la Ciencia y Tecnología y, en efecto, se reducen nuestras posibilidades laborales.

En efecto, tenemos un punto de partida: no podemos seguir reduciendo nuestros horizontes laborales a la investigación académica y, por lo tanto, se nos hace indispensable generar vínculos con organizaciones públicas, sociales, cooperativas, sin fines de lucro y privadas. Pero es también en este punto en el que observamos la falta de decisión política que tenemos los antropólogos y antropólogas ya que no contamos con un Colegio y/o Asociación sólido(a) ni con una Ley de Ejercicio Profesional que avale nuestros trabajos y derechos sobre todo para aquellos que logran entrar en convocatorias estatales. Justamente, una de las mayores quejas se genera debido a que los llamados del Estado para cubrir cargos en los diversos Ministerios suelen dirigirse a psicólogos, trabajadores sociales o cientistas políticos por lo que no es casualidad que quienes son convocados sean precisamente aquellos que cuentan con Ley de Ejercicio Profesional y Colegios/Asociaciones establecidas. Asimismo, estas desventajas también se replican, en el claustro estudiantil, al momento de evaluar las convocatorias para realizar pasantías.

Obviamente que el organismo encargado de elaborar una Ley de Ejercicio Profesional es la Asociación o Colegio y para ello necesitamos mínimamente tres acuerdos:

  1. Definir de manera amplia ¿Qué es la Antropología?
  2. Explicitar ¿Qué hacemos los antropólogos y las antropólogas?
  3. Postular los espacios laborales que podemos y debemos ocupar

De lograr un acuerdo deberemos negociar la ley con un espacio político que tenga intenciones de llevar la discusión al Poder Legislativo ya sea provincial o nacional.

 

Es pertinente aclarar que generar ciertos consensos no significa que la cuestión se encuentre exenta de conflictos y disidencias ya que, como bien sabemos los cientificos sociales, el antagonismo es constitutivo de todo grupo y sociedad humana. No obstante, es de suma importancia que comencemos a actuar de modo corporativo para trascender nuestros prejuicios y fantasmas internos. ¿Acaso un abogado o un médico no permitirían cumplir su rol?
Por lo tanto, es indispensable que determinados aspectos sean de carácter obligatorio. Por ejemplo, todos sabemos que es la Antropología la que elabora e instaura el trabajo de campo en base a técnicas cualitativas particulares; entonces, un modo de acción corporativa sería aplicar como obligatorio, legalmente hablando, que sólo los antropólogos puedan desarrollar el trabajo de campo por fuera de la academia o, de no ser así, que sea un(a) antropólogo/a el que supervise, autorice y avale el trabajo de campo realizado por profesionales de otras disciplinas. Recientemente, en una reunión de la Asociación de Antropología de Rosario se esgrimió la idea de otro accionar corporativo en relación a las escuelas públicas como espacios educativos heterogéneos: debería ser obligatorio la conformación de un gabinete antropológico.

 

En síntesis, necesitamos superar nuestros propios fantasmas, supuestos y culpas morales para dar nacimiento a una corporación antropológica que no reduzca su trabajo únicamente a la investigación académica.
Así como los conflictos legales sólo los resuelven abogados, fiscales y jueces, del mismo modo debemos determinar cuáles son las acciones que sólo pueden llevar a cabo antropólogos y antropólogas.

 

25 años. Soy Tesista de la Licenciatura en Antropología de la Universidad Nacional de Rosario en Argentina. Formo parte de las cátedras de Economía Política y Metodologías y Técnicas de la Investigación III: orientación etnolingüística. He presentado ponencias y coordinado Grupos de Trabajo en Jornadas y Congresos Nacionales de Antropología. Participé de proyectos vinculados a la integración y desarrollo socio-comunitario en diversos barrios de mi ciudad. Actualmente estoy trabajando mi Tesis sobre “Análisis del discurso político en Facebook”. Por otro lado, también me interesa tender puentes con el mercado laboral a partir de la aplicación del método antropológico ya que considero a la investigación cualitativa como un valor agregado en lo referido a planificaciones, estrategias, detección y resolución de conflictos.

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