Hacia una antropología del medicamento

¿Qué fármacos tomamos más y por qué? ¿Qué esperamos de los medicamentos que consumimos?  ¿Es el medicamento un bien social?

En tiempos de dopaje colectivo, es interesante reflexionar sobre este tipo de cuestiones. Sabemos que las personas siempre han usado sustancias con diferentes fines. De hecho, hallazgos recientes apuntan a que incluso algunos neandertales llegaron a consumir ácido salicílico y Penicillium.

La historia demuestra cómo las personas siempre han usado distintas sustancias ya sea para curarse, como para alterar sus consciencias, o para ambas a la vez. Y sabemos que lo que hoy es «normalizado socialmente» mañana puede ser perseguido.  El opio y sus derivados eran durante el siglo XIX probablemente los mejores calmantes y analgésicos conocidos, ampliamente consumidos tanto por amas de casa, bohemios escritores, o decadentes prostitutas. Sin embargo, como todo el mundo sabe, también han sido una letal droga de recreo. Hoy por hoy el consumo de opio y heroína es ilegal, mientras que los parches de fentanilo o morfina que muchas personas llevan pegados en el brazo son socialmente aceptados. La fina línea entre lo legal y lo ilegal se materializa en un ligero cambio de radicales. Es decir, al cambiar una parte de la estructura química (imperceptible al ojo humano) se convierte en un fármaco. Acto seguido, normalizamos y aceptamos su consumo sin cuestionar a sus consumidores ni prescriptores.

¿Por qué os hablo hoy de fármacos? ¿Qué tiene que ver con la antropología? Para poneros en contexto tengo que trasladarme al año pasado, cuando terminé el grado en Antropología Social y Cultural decidí que quería especializarme en el ámbito de la salud, y tuve la suerte de ser aceptada en el Máster Universitario de “Investigación y Uso Racional de los Medicamentos” de la Universidad de Valencia. Para aquellos que no estéis familiarizados con el concepto de “Uso racional de los medicamentos” os dejo aquí la definición oficial:

“Se entiende por Uso Racional de los Medicamentos, que los pacientes reciban la medicación adecuada a sus necesidades clínicas, en las dosis correspondientes a sus requisitos individuales, durante un período de tiempo adecuado y al menor coste posible para ellos y para su comunidad. El tratamiento además debe ser seguro, eficaz y de una calidad contrastada.” (OMS, Nairobi, 1985).

¿Qué os parece esta definición? ¿Creéis que en general hacemos un uso racional de los medicamentos? Quizás os sorprenda saber que según  los datos oficiales, los países llamados “desarrollados” hacen un uso menos racional de los medicamentos, que aquellos países “en desarrollo”, y considero que los hábitos y comportamientos que hacen que esto sea así, bien merecen la atención de una antropóloga. Ahora que os he puesto un poco en contexto sobre por qué una antropóloga os habla hoy de medicamentos, daré comienzo a este artículo en el que trataré el uso y abuso de distintos fármacos en nuestra sociedad. Hablemos de nuestra gran amiga: la droga legal.

¿Qué esperamos de los medicamentos?

¿Qué espera la sociedad de los medicamentos? La sociedad occidental ha desarrollado medicamentos casi para cualquier cosa. Que te duele la cabeza, aspirina. Si tienes dolores por la menstruación, ibuprofeno. ¿Estás triste? ¡Tómate un Prozac.! Si no rindes en la cama… Viagra. Formalmente podemos agrupar las cosas que la sociedad espera de los medicamentos en cuatro:

  • Curación de enfermedades.
  • Alivio de dolores y de enfermedades que no tienen cura.
  • Modificación de funciones fisiológicas en personas sanas (como anticonceptivos hormonales).
  • Mejora de funciones fisiológicas en personas sanas (como medicamentos para alopecia).

¡Incluso tomamos pastillas para enfermedades que todavía no existen! (cuando tomamos medicamentos pre-diabetes o pre-colesterol). Los medicamentos se nos presentan como la solución a todo en una sociedad occidental altamente influenciada por la cultura biosanitaria y la industria farmaceútica. Es el gran soma. Los medicamentos ya no son sólo para los enfermos. Medicamos cuerpos sanos. Los regulamos y normativizamos. Vivimos en un contexto que tiende a la medicalización intensiva. Entendiendo medicalización como “la conversión en procesos patológicos de situaciones que son y han sido siempre completamente normales y la pretensión de resolver mediante la medicina situaciones que no son médicas sino sociales.” (Palop, 2012).

antropologia del medicamento
Dibujante: César Oroz

 

Este proceso de creación de enfermedades ha sido denunciado durante décadas por pensadores como Michel Foucault, Ivan Illich o William James. La medicalización incluye una serie de categorías de lo más inverosímil. De la celulitis al malhumor al volante, del embarazo al envejecimiento, del aburrimiento a la resaca… Como decía el Doctor José Gay Prieto “su majestad el médico ha sido sustituido en la consideración social por su majestad la droga”. Se habla de una demanda “abusiva” de fármacos en la consulta. La gente ya no va a la consulta para que el médico le valore, si no para que el médico le recete lo que quieren. Para algunos, salir de la consulta sin una receta en la mano, significa que el médico no le ha atendido bien o no le ha sabido ayudar..

Muchas personas se sienten mejor simplemente cuando toman fármacos, al margen del efecto fisiológico de éste. De ahí el efecto placebo. Es un acto de fe.

¿Qué dice de nosotros los medicamentos que tomamos?

Según los datos de los estudios anuales del Sistema Nacional de Salud, los medicamentos que más tomamos en España son:

  • Omeprazol: Es muy curioso el hecho de que este fármaco sea el más consumido de todos, ya que sirve para tratar enfermedades por reflujo gastroesofágico, no tan comunes. Sin embargo, debido en gran parte a que fue presentado a la sociedad como un “protector estomacal”, su prescripción y demanda han sido tremendamente elevadas. Porque…¿quién va a negarse a tomar algo que “protege”?
  • Analgésicos y antiinflamatorios (paracetamol, ibuprofeno).
  • Fármacos para la hipercolesteronemia, la hipertensión y la diabetes.
  • Antiagregantes (aspirina).
  • Tranquilizantes y antidepresivos (cuyo consumo se ha triplicado en la última década).
  • Antibióticos (su abusivo consumo está derivando en graves problemas de resistencia bacteriana).

¿Qué dice esto de nosotros? Si se extinguiera la raza humana y quedaran evidencias de estos datos, quienes los encontraran pensarían que éramos unos seres con mucho dolor, muy inflamados, deprimidos y totalmente alterados. Probablemente no estuvieran muy equivocados…antropologia del medicamento

Si como dice Foucault, el cuerpo es una realidad Biopolítica; la medicina es una estrategia Biopolítica. Los medicamentos son formas de biocontrol que nosotros mismos invocamos con cada blíster abierto. Como diría Paul B. Preciado: “Cuando tragamos una pastilla, nos estamos tragamos el biopoder”.

No es sólo la materia de la pastilla la que actúa, no es sólo su principio activo y su excipiente. Debemos saber que nos estamos tragando una cadena de significantes sociales y culturales. ¿Somos realmente una sociedad tan enferma?

¿Es el medicamento un bien social?

Si bien es cierto que existe un gran rango de mejora en la forma en que consumimos los medicamentos, es innegable el efecto positivo que éstos han tenido en las sociedades que han tenido acceso a ellos, ayudando a erradicar muchas enfermedades y mejorando la salud de los sujetos. Pero existen grandes desigualdades en el consumo de fármacos a nivel mundial. El 80% de los fármacos producidos son consumidos por el 20% de la población mundial, que justamente coincide con la población más sana del planeta. Mientras, en muchos países de África y de América Latina sigue dándose un desabastecimiento de medicamentos.

Está claro que cuando hablamos de este tema se nos abren muchos otros interrogantes. ¿Cómo funciona La industria farmacéutica? ¿Son héroes o villanos? ¿Cómo afecta al consumo de fármacos la forma de financiación de los mismos? ¿y la publicidad? ¿Por qué hacen los blisters de 40 pastillas si sólo necesitamos tomarnos tres? ¿Son realmente igual de efectivos los genéricos que las marcas comerciales? ¿Cómo estamos tratando la adicción a las medicinas? Trataré estos temas en futuros artículos. Hoy me despido planteando:

 

¿Qué puede hacer una antropóloga en este campo?

La antropología de la salud puede aportar mucho al debate y al  análisis de esta situación de hiper-medicalización, haciendo especial énfasis en las consecuencias sociales resultantes de la comercialización y el consumo de medicamentos en una sociedad. 

Por un lado se precisa que en los países “ricos” se lleve a cabo un trabajo de concienciación y formación tanto a profesionales como a pacientes sobre el uso racional de medicamentos y la desmedicalización cuando esta resulte necesaria. Para ello se requieren personas formadas en estas áreas que trabajen con administraciones, población e industria farmacéutica. Por otro lado, es importante que los medicamentos lleguen a los lugares desabastecidos, y que esta cuestión sea prioritaria en las agendas internacionales de los organismos encargados de velar por la Salud mundial. Las cuestiones clásicas de la antropología de la salud como las diferentes formas de entender, afrontar y vivir la salud, la enfermedad, el dolor (Le Breton, 1999), o los cuidados pueden ofrecer valiosísimos insights a la toma de decisiones en este sentido.

Las antropólogas tienen un papel fundamental en los cambios venideros. Ya sea integrándose en los Comités Éticos de investigaciones con humanos, participando activamente en políticas públicas y programas internacionales sobre salud, analizando y actuando sobre hábitos de hipermedicalización o la “medicalización estética”, identificando intereses corporativos y colaborando para mejorar los programas de responsabilidad corporativa de los grandes laboratorios farmacéuticos, la antropología debe aportar su entendimiento holístico. Además su metodología etnográfica puede ayudar a los campos de la salud en la obtención de algo muy de moda en el ámbito de la farmacoeconomía: el Real World Data (datos obtenidos de evidencias reales, no de estudios controlados en laboratorios).

Trabajando en esta línea encontramos a Martha Milena Silva Castro, que aplica sus conocimientos antropológicos en su profesión como farmacéutica. En sus trabajos académicos como El dolor tratado con medicamento. La experiencia farmacoterapéutica de los pacientes usuarios de analgésicos uno percibe la visión holística sobre el proceso de cuidados y la atención sanitaria de los pacientes. La autora señala la importancia de las entrevistas en profundidad y la sensibilidad ante cómo influyen factores ambientales e identitarios en las historias clínicas de los pacientes.

Solo abarcando las diferentes formas que los humanos tienen de hacer y entender, de producir y de consumir, podremos avanzar hacia un entendimiento riguroso sobre el uso (i)rracional de los medicamentos. La antropología de la salud tiene en la relación humana con los medicamentos y sus consecuencias uno de sus mayores campos de estudio.

 

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